viernes, diciembre 15, 2006
Dejar el cigarro fue una pelea perdida. Querer dejar el café fue lo mismo. Sanarme del estómago nunca lo logré. Limpiar mi mente fue un triunfo que duró un minuto. Y el pleito más duro de todos ha sido por lograr hibernar. Ir donde no haya trabajo ( y sus tonteras), hayan menos amigos (con sus respectivas tonteras presentes) y estar donde mi gente no se preocupe de que voy a estar mal. No tener que cumplir con nada al final del día. Importar mucho menos de lo poco que uno importa y que todo lo demás, me importe un bledo.
Si aprender a ponerme un par de guantes de box no costara trabajo, entrenamiento e inteligencia de movimientos, lo haría ahora mismo. Y sin protectores bucales. Sin zapatos. Y si no hay rival, me agarro a cabezazos yo mismo contra una esquina del cuadrilátero y me rompería las correas neuronales una por una
Una por una
Una por una
Una por una
Una por
Una
Hasta que no quede mente